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miércoles, 18 de julio de 2012

LA RUPTURA DE LAS PAREJAS CON HIJOS y BIENES EN COMÚN-1

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Cuando una pareja llega a su fin, lo mejor es separarse.

Hay parejas que lo tienen claro de entrada. Hay parejas que “luchan” hasta el final. Hay parejas que solo uno de ambos lo tiene claro. En fin, hay de todo.

Hay tipos de ruptura y tipos diferentes de reacciones a ella:

1.- Ruptura consensuada: cuando ambos llegan a la conclusión que lo mejor para todos es separarse. Dicho consenso ha de permanecer durante todo el acto de la separación física. Ello no ocurre siempre:

2.- Ruptura falsamente consensuada. Hay veces que en el calor de una discusión ambos lo ven claro o responden al desafío llevado al extremo pero al día o días siguientes uno o ambos se desdice. Ello lleva a:
        2.1.- Se desdicen los dos pero no intentan resolver de manera civilizada el conflicto que se encuentra activo de hace tiempo.
        2.2.- Se desdice uno pero el otro no. En este caso ocurrirá lo del siguiente punto.

3.- Ruptura impuesta. Cuando uno de los dos decide que ya no quiere estar más con la otra persona aunque sea a costa de perder el compartir (hijos, casa, dinero, otros bienes). A ello hay dos tipos de reacciones:
        3.1.- Aceptación. Es cuando el otro ante la claridad manifiesta del que quiere separarse, le respeta aunque no esté de acuerdo y acabe en una depresión adaptativa.
        3.2.- Negación. Será negación cualquier estrategia conductual que de alguna manera fuerce al otro a permanecer ahí. Hay diferentes tipos de conductas:
                a.- Culpabilizadora: cualquier acto o conducta que obligue al otro a permanecer ahí por miedo a que la otra parte convertida en víctima le suceda algo de lo cual se pueda sentir culpable: dependencia, depresión, intento de autolisis, alteraciones conductuales peligrosas (violencia externa, drogas o alcohol).
                b.- Dependiente: cuando el que teme separarse le hace ver al otro lo que lo necesita.
                c.- Arrepentida: cuando el otro asume que ha sido él o ella el responsable de que el otro quiera separarse. De hecho de ahí puede derivar una relación sumisa que no prosperará o una relación de mal trato al repetirse una y otra vez la conducta que provoca la separación.
                d.- Amenazante: cuando el que no quiere separarse intenta por la fuerza física o verbal obligar al otro a permanecer ahí. Aquí intervienen los malos tratos psicológicos: amenazas físicas hacia la otra parte, amenazas de que se quedará sin dinero o bienes, amenazas de que no verá más a los hijos.


¿Por qué se separan las parejas?

Si lo que une a una pareja es un proyecto común de vida, lo que las separa es la rotura del mismo.

Una relación de pareja es como un contrato donde lo que está escrito puede no ser consciente para ambos participantes.

La relación pre-convivencial es muy importante ya que más allá de la atracción (enamoramiento), se establece la identificación con el proyecto común. Ello simplemente significa que se llevan bien. Si ambos son sinceros entre sí, aparecerán las primeras discrepancias a las cuales se habrá de llegar a un acuerdo (aunque sea tácito) para que la relación pueda fluir.
Temas como la puntualidad, lo que hacer en el tiempo libre, la exposición de los sueños (proyecto de vida a compartir), la educación, la cultura, la necesidad de intimidad, el respeto a las formas y maneras del otro, etc. serán expuestas en este período.

Llega un momento en que la pareja decide y puede convivir. Ahí se entra en otro estado de relación que suele durar unos 2 años. Dicho estado lo llamo yo: pactos de convivencia. Es parecido a los pactos en el noviazgo pero afectan más a la intimidad de ambos. Se supone que cuando uno está en casa, con su pareja, la relación ha de ser muy fluida de manera que nadie se sienta incómodo. Si no nos sentimos cómodos y a gusto en nuestra propia casa, el estrés hará su aparición. De ahí que haya parejas que no superan el año de convivencia. La razón es simple: uno o ambos reconocen que se habían equivocado.

También puede llegar un momento en que la relación dé un paso más y la pareja desee de mutuo acuerdo tener descendencia. Esta es otra prueba de fuego para la solidez de la pareja. Tener un hijo no es una fantasía. Los hijos precisan de una dedicación absoluta en los primeros años de su vida y hay que entenderlo. Siempre he pensado que en los cursos de preparación al parto falta instrucciones reales de lo que ello significa sobre todo en el primer año. Por ello no es infrecuente que dentro del primer año de vida de cada bebé que nazca haya una crisis de pareja y, fijaos que digo “cada”. El primero es más complejo pero los demás también lo son ya que cada vez constriñen más la intimidad de la pareja y de cada uno de los individuos que la conforman.

 
Seguimos en la próxima entrada.

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