3.- Patologías de la personalidad concurrentes o no con otras patologías
mentales.
Recordemos: hemos establecido cuatro factores en la discapacidad
que pueden propiciar lo que llamamos rehabilitación. Estos son el tiempo
en que la persona está “enferma”, las secuelas del trastorno, los cambios
de personalidad derivados de la experiencia de la enfermedad y la gravedad
de la patología.
Si ya es complejo el tema de los trastornos mentales del
eje I del DSM-IV-TR (psicosis, depresiones, demencias, ansiedad, fobias, etc.)
aun lo es más el Eje II, donde se incluyen los diagnósticos de los Trastornos
de la Personalidad.
Podéis encontrar más información sobre los trastornos de
la personalidad en: http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/04/los-trastornos-de-la-personalidad-1.html y los que le siguen (hay 8 artículos).
También podéis encontrar un resumen gráfico en: http://www.youtube.com/watch?v=4thV5NXuB6E
La personalidad es aquello que nos define ante y por los
demás.
Un Trastorno de la Personalidad se resume en una manera
de ser que ocasiona problemas en cualquiera de las siguientes áreas:
individual, familiar, social, formativo-laboral o judicial. Dicha manera de ser
no tiene que ver con cualquier otra patología mental (Eje I) ni con una
deficiencia intelectual.
Un Trastorno de la Personalidad se genera en los años
anteriores a la adolescencia y se manifiesta en la adolescencia. Ello es así
excepto los que son debidos a otras patologías mentales u orgánicas (p.ej:
accidente de tráfico con traumatismo craneoencefálico con afectación frontal o
combinados).
Un Trastorno de la Personalidad requiere la conjugación
de la genética con la educación (en el sentido más amplio). El factor educativo
clave es la familia directa. La escuela, el barrio, los traumas y otros
avatares del destino (traumas, muertes, accidentes, etc.), son a veces
intercurrentes y pocas veces detonantes.
La persona que padece un Trastorno de la Personalidad
realiza una interpretación de la realidad sesgada. Dijéramos que la
malinterpreta o la intenta amoldar a sus creencias y necesidades.
Luego, en el sentido de lo que se entiende por
rehabilitación, dicho concepto no se adecua a dichos trastornos. Ello se razona
por el hecho de que un Trastorno de la Personalidad es algo que afecta al
individuo desde temprana infancia y que por motivos evolutivos ineludibles se
manifiesta en toda su complejidad en la adolescencia.
Luego no se produce realmente una fractura en la
biografía de la persona. Bien es cierto que el desmoronamiento de la personalidad
es en unos casos lento y progresivo, y en otros abrupto y también progresivo.
Ello lo digo porque alguien podría pensar que el tratamiento y la
rehabilitación podrían llevar a la persona a recuperar conductas que con el
tiempo se han ido deteriorando o modificando por otras de patológicas. Ello no
es así.
Ello no es así porque la personalidad es algo difícilmente
modificable. Poquísimos son los casos que logran normalizarse (en relación a lo
esperado por la sociedad). Lo más típico es una evolución tortuosa, decadente y
enfermiza (falta de salud) que con la edad puede suavizarse por el aprendizaje
más primario de la experiencia social (o como digo yo: “los palos que te da la
sociedad”.
A más a más, el factor de cronicidad de dichas patologías
determina que el vacío de aprendizaje de las habilidades sociales más simples a
lo largo de los años y desde años tan tempranos, imposibilita de facto el que
sean aprendidas y operantes (ver el anterior artículo: http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/09/rehabilitacion-en-salud-mental_20.html).
Luego la rehabilitación en este tipo de patologías es prácticamente
imposible si atendemos al concepto descrito en el capítulo (http://projecteoriol.blogspot.com.es/2012/09/rehabilitacion-en-salud-mental.html).
Solo unos pocos afortunados y afortunadas podrán
vivenciar de manera correcta su personalidad y podrán realizar cambios que los
encuadre en lo “Normal” que se espera a nivel social de una persona. En estos
casos sí que podemos hablar de habilitación más que de rehabilitación.
Ahora, lo que no se modificará son las tendencias del
pensamiento. La persona seguirá sintiendo sus antiguas pulsiones pero las sabrá
interpretar, controlar y reconducirlas para adecuarlas a la realidad
compartida. Con los años se irá sintiendo cada vez más libre y más sabio pero
nunca dejará de ser aquello que espiritualmente es.
En la última entrada de este tema intentaremos definir y redefinir el concepto de rehabilitación.
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