Bien, ahora llegamos a la gran pregunta: si el concepto
de rehabilitación nos viene corto, quizás hayamos de resituarlo y encontrar
otra manera de hablar de cómo conseguimos al máximo que la persona no se quede
al margen de la sociedad. Llámesele de manera informal: rehabilitación,
reinserción o inserción pero maticemos lo que significa.
Para ello hemos de pararnos a pensar qué es lo que cada
persona con su patología (y por ende diferentes grupos) puede llegar a
conseguir dedicándole esfuerzos y ayudas.
Huyamos de la rehabilitación ya que ello es el objetivo
último. Y me explicaré sobre el por qué pienso de esta manera.
Cogiendo el esquema de la OMS cuando formuló sus
objetivos en el tratamiento integral de las toxicomanías, se puede extrapolar
perfectamente a la rehabilitación en salud mental para todos los grupos de
casos que hemos estado comentando hasta ahora.
Así, los objetivos quedarían definidos por orden
jerárquico de prioridad así:
1º Evitar la muerte social: evitar la marginación,
aportar el soporte necesario para la manutención o inclusión de la persona en
cualquier ámbito social que favorezca la más mínima relación. Favorecer con los
fármacos actuales que la persona pueda encontrarse lo más lúcida y estable
posible teniendo siempre en cuenta el aspecto social (deseo de relacionarse,
efectos indeseables vistosos –babeo, desequilibrio corporal o movimientos
involuntarios, embobamiento, somnolencia, enuresis o encopresis, temblores,
falta de parpadeo, protrusión lingual, etc.-).
2º Mejorar la calidad de vida de la persona una vez
superado el riesgo de muerte social. Ello significa atender a las siguientes
necesidades y convertirlas en objetivos sociales:
a.- Soporte,
Ayuda o Acción en el mantenimiento de las Actividades de la Vida Diaria Básicas:
comer, lavarse, vestirse, arreglarse, tratamiento de la incontinencia, uso del
lavabo, deambulación, supresión de las barreras arquitectónicas.
b.-
Actividades de la Vida Diaria Instrumentales: Uso del teléfono, compras
básicas, colaboración en la preparación de la comida, colaboración en el orden
y mantenimiento de la higiene del espacio que ocupa, colaboración en el aseo de
la ropa, acceso a medios de transporte público, sensibilización y
concienciación en las pautas farmacológicas, comprender y participar activamente
en el manejo de su economía.
c.- Atención
a la dimensiones psicológica y social básicas: trabajo sobre la capacidad de
concentración y la memoria a corto plazo, competencia personal (relación con la
familia, relación con los demás, capacidad de desarrollar con éxito actividades
productivas –aunque sean mínimas, talleres), entrenamiento en la toma de
decisiones habituales ante dos o más opciones, entrenamiento en la resolución
de conflictos ante dicotomías u obstáculos.
d.- Atención
a las relaciones personales y afectivas básicas: relaciones familiares, habilidades
sociales complejas (iniciar, participar o mantener una conversación elemental –tiempo,
futbol-) habilidades sociales avanzadas (saber pedir, saber ayudar, saber
agradecer, saber disculparse), expresión y comprensión de los afectos
(reconocer los propios sentimientos y los de los demás, valorar y responder en
justa medida a los enojos propios y de los demás), capacidad de pacificación
(saber pedir permiso, compartir, ayudar a los demás, negociar, mantener un
mínimo autocontrol ante las frustraciones, practicar en el entendimiento del
concepto “broma”, saber defender sus derechos de manera pacífica, saber rehuir
peleas físicas o dialécticas).
e.-
Sexualidad: aprendizaje, respetar y hacerse respetar.
f.-
Bienestar personal e integración: saber desarrollar áreas de interés (intereses
y motivaciones), uso positivo del tiempo libre (actividades), capacidad de
disfrutar del entorno comunitario (conocimiento de dicho entorno y su oferta,
disfrute del mismo y planificación de dicho tiempo).
3º Rehabilitar o habilitar a la persona. Ello significa
que la persona no tiene ninguna dificultad o problemática en las áreas
individuales, familiares, sociales, formativo-laborales y legales. Ello
significa ser autónomo y autosuficiente. Ello se expresa o representa por un
éxito total en los objetivos referidos en el punto 2.
Las personas que atendemos en el Projecte Oriol , al
proceder en entidades hospitalarias o residenciales, presentan en su ingreso un
exceso de dependencia en relación a sus capacidades observadas. Ello no se debe
al descuido sino que procede directamente de la operatividad de los centros
residenciales: es menos costoso en tiempo y personal duchar, dar la comida,
hacerles la cama, etc. que enseñarles a hacerlo.
Nuestra ventaja asistencial consiste en la dedicación de
una o más personas en dar soporte e instruir a un único o como máximo 2
residentes. Así el primer objetivo que se marca desde el ingreso del residente
es el aprendizaje, recuperación de lo aprendido y su manutención asistida en
todo aquello que atañe de manera muy directa a la persona: aseo diario,
dientes, barba, uñas de pies y manos, vestir y arreglarse, higiene y orden de su
habitación y del resto de las dependencias comunes, participación en el proceso
del lavado, secado, planchado, plegado y ordenación de la ropa y calzado,
participación en el acto de la nutrición (mesa, cocina, mesa, limpieza),
mínimos conocimientos de la zona micro-comunitaria y social (locales, paseos),
refuerzo en la identificación de situaciones de posible conflicto, refuerzo en
la identificación personal en caso de desorientación u otros avatares
(documentación, uso del teléfono, uso de los transportes públicos, taxis o policía),
manejo del dinero de bolsillo, manejo de compra (tabaco, prensa, alimentos),
disminución del consumo de tabaco y del café y un largo etcétera. Y todo ello
en orden cronológico.
Y ello lo digo porque a veces la gente piensa que lo más
importante es poner como objetivo su autonomía plena y ello, muchas, muchas
veces es utópico e imposible de entrada. Hay que empezar a andar pero
comenzando por lo más simple que a la vez es lo más fundamental: las
actividades básicas e instrumentales de la vida diaria (referidas en el punto
2).
No olvidemos que solo desde el planteamiento de superación
de mínimos podemos ofrecer a la persona la satisfacción de superarse. De otra
manera podemos caer como dadores de soporte en la frustración y, lo que es
peor, podemos trasladar esta frustración a la persona que atendemos y ello sería
devastador para el equilibrio emocional de la persona.
El resumen sería “no le pidas peras al olmo” o “quien
mucho abarca, poco aprieta” o “deprisa y bien no caminan nunca juntos” y tantos
otros refranes o sentencias populares que dictan el proceder correcto en este
campo.
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