4.- Agresividad encubierta (violencia verbal vs educación
sublime). Las personalidades obsesivas se presentan con una educación
exquisita. Son afables, cordiales, de vestir bien combinado sin extravagancias.
Ordenados, pulcros y limpios. De buen trato para los demás, se les suele tener
por bien considerados.
Todo ello forma parte de su vestimenta afectiva interna.
El problema aparece cuando la relación de confianza es
profunda. Entonces aparecen la disciplina, las exigencias y un desequilibrio
entre los conceptos de paciencia y alteración. Se vuelven fluctuantes en los
extremos. Aparece el blanco y el negro en la relación.
Generalmente acaban encontrando una especie de Pincho
Tirano u oveja negra en su vida. Este otro ser, acaba siendo el recipiente de
toda la agresividad contenida que presentan.
Es en este tipo de relaciones, íntimas y profundas,
cuando la personalidad obsesiva pierde el control y emana de ella lo más
grotesco: insultan, gritan, acusan sin parar, muestran su desprecio al otro,
humillan y hieren de manera contundente.
El yin y el yang en todo su esplendor límite.
5.- Dificultad en tomar decisiones. Si bien aparentan
seguridad personal y asertividad, en situaciones en las cuales no tengan
experiencia se sienten mucho más desbordados que otras personalidades menos
miedosas. El miedo a decidir deviene del miedo a hacerlo mal. Lo ocultan pero
rige su interior. Ello les lleva a sensaciones de “callejones sin salida” donde
les faltan las instrucciones del manual de resolución de problemas.
Al haber dedicado toda su vida a aprender a prevenir el errar a través de hacerse con una serie interminable de normas, no han aprendido a ser creativos y temen en extremo arriesgarse.
6.- Dificultad en abandonarse, tanto en las relaciones
como en sí mism@. Son personas que temen perder el control de sus afectos y
acciones. Perder el control es hacerlo mal ya que para hacerlo bien han
introyectado que hay que supervisarse constantemente.
Ello se expande a todas las situaciones sociales e individuales. Se sigue la ecuación “a mayor auto-control menor posibilidad de hacerlo mal”.
Claro que ello conlleva un nivel de energía interna no descargada que la persona se convierte en una olla a presión. Ello ya lo hemos explicado en el punto 4.- de la presente entrada.
Pero hay conductas en las que la persona quisiera abandonarse pero no puede por sí misma. Entre estas conductas está la sexual. La conducta sexual en el capítulo de las relaciones sexuales, impone un “dejar de controlar” para poder sentir el placer. Ello explica que en el sexo femenino se exprese la anorgasmia.
También lo detectamos en el uso de desinhibidores sociales como el alcohol o la cocaína. El alcohol inhibe la vergüenza (sentimiento de que uno hace, dice y piensa mal) y ello les da una ventana de respiro. Claro que luego puede que aparezcan los remordimientos estableciéndose así un patrón de “pecado”.
Explicamos así como una persona obsesiva no puede sentarse en el sofá a leer si en su radio de visión aparece algo que distorsiona el orden impuesto. El obsesivo no puede abandonarse si hay algo que pueda estar mal.
7.- Falsa modestia, poco aguante temporal en las
interacciones. No buscan los halagos, ni les gusta que se los hagan. Esta aparente
modestia deviene de que su máxima interna es la de no hacer las cosas mal.
Luego el hacerlas bien se considera lo normal y no merece premio. Ell@s temen
como ya hemos repetido la crítica negativa. En su educación no han estado
acostumbrados a recibir alabanzas ni felicitaciones.
Sus interacciones (discusiones) con los demás suelen acabar, si hay suficiente confianza, en la desvalorización del otro o en un silencio bloqueante si consideran al otro “superior”.
Son hábiles y rápidos en el enfado cuando creen que se les lleva la contraria y a la vez tienden, cuando hay confianza, a dictar al otro lo que ést@ tiene que hacer en cada caso. Pueden ser muy rígidos e inflexibles en sus opiniones y creencias, no aceptando otros puntos de vista. La razón sigue siendo la misma: el miedo a que le digan que lo hace mal. Ante la sospecha de críticas u otros puntos de vista, si hay confianza, lo subsanan con una desvalorización del otro y si hay temor por la superioridad que le concedan al otro, la reacción suele ser de bloqueo o asentimiento o consentimiento.
8.- dificultad para pedir ayuda. Emparentado con el punto 7, el pedir ayuda para ell@s es
signo de debilidad y de no saber hacer. Pedirán consejo o ayuda si se sienten
seguros de que la otra persona no lo tomará como una debilidad y siempre que no
consideren al otro inferior a ell@s.
Prefieren pedir ayuda o consejo o asesoramiento a desconocidos con categoría técnica. Y aplicarán los mismos sin plantearse la lógica o no de lo que se les recomiende. Es como si buscaran manuales para solucionar problemas.
Recordemos que las situaciones problemáticas en las que hay que tomar una decisión son muy débiles ya que temen en extremo equivocarse (hacerlo mal). Pueden llegar fácilmente a bloquearse pues suelen explorar internamente todos los posibles errores en cuanto a la decisión que piensen tomar. Como es lógico en una decisión siempre se arriesga ante lo desconocido y no son personas que les guste apostar por miedo a perder (hacerlo mal).
Es como si tuvieran internamente una guía protocolizada para las situaciones problemáticas o dicotómicas que nos presenta la vida. Si en dicha guía no hay una definición de los pasos a dar en una situación determinada, suelen reaccionar con ansiedad y tender a la inmovilidad.
9.- Compartimentación de la memoria. Se comenta que las
personalidades obsesivas tienen la memoria compartimentada. Ello significa que no
siempre tienen a su disposición todo el contenido mnésico para poder comparar y
sacar conclusiones de forma abstracta. Por ejemplo pueden sustentar un
argumento en una ocasión determinada pero en otra, pueden sustentar el
argumento contrario. Pueden también olvidarse de forma selectiva de eventos
acaecidos importantes cuando conviene “esconder” una experiencia fallida o “errónea”.
En este sentido sorprenden al interlocutor el cual recordará bien un evento
importante, mientras que el otro, siendo y todo el protagonista de dicho
evento, no recuerda nada de nada.
Estas zonas “ocultas” de su memoria sirven para hacer más soportable su vida “sin errores”.
Por la misma razón les es muy difícil modificar conductas que se demostraron en su momento inválidas o erróneas. Ello es así porque uno de los mecanismos defensivos o de resistencias que tienen es el de pasar al subconsciente experiencias negativas (erróneas).
Y paradójicamente suelen repetir una y otra vez conductas que no tienen para ell@s el resultado apetecido. Al “olvidar” la experiencia, repiten una y otra vez su protocolo conductual. A veces, cuando son conscientes por fin de ello, extinguen la conducta.
La extinción de las conductas es algo habitual en dichas personas. Ello se debe a que al no encontrar una respuesta sin errores, prefieren abandonar la conducta que no probar otras respuestas. El miedo al cambio es una de las características más relevantes. El miedo al cambio indica el temor a la pérdida de seguridad. Los resultados de un cambio no se encuentran en el manual o guía conductual de quien lo ha de llevar a cabo y la incertidumbre les aterra; de ahí que sean tan inflexibles en su conducta.
10.- Tendencia a “asegurarse” el futuro. La argumentación
a dicho punto deviene de todo lo dicho más arriba. Para ell@s la incertidumbre
es fuente de ansiedad y pensamientos rumiativos; luego cuanto más seguro
(estático, predecible, sin avatares) sea su sistema de vida, más bien se
sienten. Ello demuestra la necesidad de control que sienten estas personas.
La falta de control puede determinar un imprevisto y ello significa en primer lugar, un error y en segundo lugar significa tener que decidir ante lo azaroso.
Así el obsesiv@ extiende su conducta a todos los aspectos de su vida, tanto privada, como familiar, social o formativo-laboral. Prefieren un estilo de vida conservador y sin sorpresas.
La necesidad de control para evitar el hacerlo mal es lo que caracteriza más a dichas personas. Un sitio para cada cosa, un momento para cada devenir, una acción para cada situación. Orden, orden y más orden. El orden previene el caos y el caos les provoca inseguridad extrema.
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